26 jun 2009

caribeamazónico

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Al mediodía salieron los cuatro de Lima en vuelo directo a Iquitos. Iban a recrear un caribe amazónico inexistente que debía salir en portada… el tour operador italiano le había arrancado un sí a regañadientes antes de entregarle el contrato firmado.
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La pareja de modelos era una pintura; ella, una ‘Pocahontas’ muy bien dotada con experiencia incipiente en pasarelas y aire adolescente y él, un escultural y guapísimo gay con largo ejercicio del modelaje profesional… lucían magníficos. El fotógrafo, un experto en paisajes, de recorrido internacional -y con varios premios en su haber-, planteó el plan durante el vuelo, tenían sólo dos días y las horas de determinada luz en determinadas zonas que marcarían la pauta.
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A las cinco de la tarde estaban los cuatro listos en el embarcadero para abordar un peque-peque en el que realizarían un primer reconocimiento y algunas tomas de ensayo… el recorrido terminó a la hora del celaje espectacular de la amazonia… ése fue el instante en que ella lo percibió.
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A las cuatro de la mañana salían con todo el equipaje a la aventura – falacia caribeño amazónica en un peque-peque singular, el ‘Ama y Haz lo que Quieras’. El fotógrafo daba indicaciones de desembarco en cada lugar y seguían sus instrucciones muy a prisa, listos en ropas de baño espectaculares, los modelos que posaban en los minutos de luz plena… en la arena perfectamente blanca… a orillas del río perfectamente verde acuarela… pero sin lograr el lenguaje corporal de la fusión, de la fuerza expresiva, de la sensualidad indispensable.
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Ella no se aguantó más y dijo: ‘Acércate a ella como si te fueras a meter un buen polvo con Miguel’… los tres la miraron perplejos y ella sólo le clavó los ojos al guapísimo y arremetió de nuevo: ‘Como los cuatro al hilo de los que te jactabas en el bar de La Habana, vamos tío, está buenísima, agárratela que si no me la tiro’… por fin se escuchó la voz de ‘Pocahontas’ que soltó la risa y con ella se desinhibió… el fotógrafo captó la idea y puso de la suya "más cerca Tomás… adelántate Elena, así, suéltense, arriba el cuello, relaja la espalda, desparrámate… pasa tu brazo por su cintura… así, quédate así… bien… seguimos en la siguiente locación, vayan cambiándose"... y reanudaban en distintos escenarios, a los recodos río adentro, rodeados de la majestuosidad imponente de la selva cada vez más virgen…
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Continuaron así, estimulando escenas y logrando tomas al compás de un diálogo instituido entre el fotógrafo y ella, a los que respondían los modelos cual títeres maniobrados por deseos y pulsaciones de otros… durante ese día sólo se escucharon las voces de los que no posaban pero dirigían una magistral coordinación de pasiones, ímpetus y fogosidades que muy a duras penas lograba cobrar vida en los cuerpos de otros… de hecho por lo menos, ambos modelos estaban ya muy bien dispuestos a cristalizar el producto, que no era otro que una toma marketera y sensual en un escenario recreado e inexistente, el caribe amazónico.
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Para cuando la toma fue lograda, ya estaban selva adentro... en medio de una tormenta descomunal en plena noche. Exhaustos, Elena y Tomás, se guarnecieron en sus habitaciones protegiéndose de la lluvia, de los rayos y de los truenos que iluminaban el cielo y golpeaban la tierra… y el río. El viento soplaba tan fuerte que parecía arrancar los cobertizos por los aires y los árboles de sus raíces... esta vez, era la naturaleza la que hablaba.
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El fotógrafo y ella, sudando todavía de pies a cabeza, por fin se callaron… para escucharla… tomaban el whisky a pico de botella y compartían un troncho cómplice en silencio… siguiendo el ritmo de sus latidos… al compás del soberbio concierto celestial que a destellazo limpio iluminaba sus rostros... y sus cuerpos que parecían existir sólo de la cintura para abajo… brincaron al mismo tiempo de las hamacas y fueron aproximándose… comenzaron en las duchas –oh líquida frescura– el primer contacto… tan eléctrico como la tormenta… tan salvaje como el entorno… tan fieramente gozoso como insuficiente…
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Se detuvieron en la cañada del lodge envueltos en sus toallas, aun goteando por todos sus poros y orificios, abrazados y en silencio, a observar el glorioso espectáculo de la madre tierra… insistía en arreciar el temporal que los envolvió de nuevo para continuar un delicioso y larguiiiiiiiiiiiiiiísimo diálogo de cuerpos y almas continuamente estimuladas por la omnipresente rabia de la naturaleza … pero eso es materia de otro cuento… sólo añadir que la única autenticidad caribeño amazónica se vivió allí sin foto que la registrara.
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