"En el recuerdo de ese pecho construyó su casa.
Un pecho extendido en abrazo, protector como el costado de Dios o cualquier otro padre, antiguo como un elefante y muelle como una cama, y cálido: sin resquicios por donde se colara el viento. No el pecho estrecho de un muchacho, no pecho de pelo en pecho, ni herido por una lanza a la altura del miocardio; no uno de esos pechos filudos y magros como costillar de navío, ni tórax musculoso de atleta, nada de eso, ni pecho de general, recargado de medallas. Sino pecho espacioso, suficiente, recorrido y sabio, amplio como un hangar; abundante en leche y miel como senos de mujer; pecho con penumbra de iglesia y bienestar de estufa, con gruesos muros de piedra, altos techos bajo un firmamento amigo y portón de madera que se abría de par en par para ella. Ese pecho.
Pecho que te da sin que le pidas y que no te hace esperar, que no teme, que no asusta, que no aplaza; pecho que no se reserva, ni se mide, ni se frena, ni desconfía, ni calcula; casa de nosotros, pecho generoso como un banquete servido; cripta y castillo, cueva de mamíferos dormidos mientras afuera el invierno ruge y se desgraña: lecho florido.
-Demasiado anhelar cosas que no existen en este mundo de acá; tú lo que buscas no es un hombre, niña, sino morirte y subir al cielo.
-Tal vez."
Laura Restrepo "La novia oscura" pagina 405.
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