20 ago 2010

Nací en el Cercado y quiero terminar mi vida en el Cercado... ya estoy buscando casa


‘Yo Viví Adentro’

Un ramo de rosas la recibe en su comando de campaña luego de un fin de semana ajetreado. Cumple 61 años y saluda a los jóvenes miembros de su equipo de campaña con besos de mamá. Llega con unos minutos de retraso a la entrevista porque en el camino se encontró con dos niñas del colegio Alfonso Ugarte que se quedaron fuera por llegar tarde. Viven muy lejos. “Se quedan en un parque, a merced de lo que les pueda ocurrir”. Le tocó la puerta al director para que les permitan el ingreso. Susana Villarán le estampa otro beso a la señora de la limpieza que vuelve al trabajo luego de varios días. De repente es demasiado buena gente.


–¿Cómo formó su núcleo duro de trabajo?
–Fuerza Social es la confluencia de varios partidos. El único partido nacional era el Partido por la Democracia Social (PDS), que siempre ha tenido una fortaleza muy grande en su gente. Ricky Ford es experto en reforma del Estado. Está Gustavo Guerra García. Álvaro Espinoza es politólogo. El propio Rafael García es un tipo con gran experiencia. Marisa Glave fue fundadora del PDS. En la confluencia hemos ganado porque hay una generación joven súper buena. No solo son los chicos que van a hacer piquetes sino que es gente con cráneo, metidos en redes sociales, participación vecinal, proyectos emprendedores.


–¿Qué pasó antes con la izquierda? ¿El APRA les quitó el espacio?
–No, el APRA se fue a la derecha. No en el partido del pueblo pero sí en el gobierno. El fracaso en la Izquierda Unida se debió a muchos factores. Si al APRA Sendero le quitó muchos dirigentes, a la Izquierda le terminaron con una generación de recambio. María Elena Moyano sería una líder nacional. Solo las víctimas que cuenta la CVR son más de 200 líderes de la izquierda que mataron. En segundo lugar, los apetitos personales hicieron que IU explotara.


–Lo que es un mal endémico de la izquierda.
–Y de la política nacional. En los partidos no hay renovación. Te ponen unos embudos impresionantes, pero la izquierda era la tercera fuerza y quedó pulverizada. Además, la sociedad ha cambiado. Es emprendedora, corajuda, busca cómo progresar. La izquierda de antes te hablaba del imperialismo y el pobre pero no se metió en el mundo de ese migrante que apuesta por todo. Hemos empezado a renovar la izquierda desde abajo y desde adentro, en un proceso descentralista y de renovación generacional. Es gente con otras ideas y otra sensibilidad.


–¿No viene con el dogma ideológico? ¿Es más pragmática?
–Es gente realista, más perceptiva, con mucha vocación social y una actitud muy clara hacia la desigualdad. Eso es importante. Cree en la empresa pero no está dispuesta a vender el medio ambiente. El aporte que hace Tierra y Libertad es impresionante, aunque a muchos no les gusta el padre Arana. Pero por algo lo premió la revista Time. No porque sea un ultra.


–La estigmatizaron como caviar y ahora en su propaganda recuerda su trayectoria. ¿De dónde le viene la vocación?
–Yo viví adentro. Tengo una vocación social desde chica. Al principio por una organización benévola como el Hogar de la Madre. Allí estaba desde los dos años, a los cuatro aprendí a tejer. Eso no me lo enseñaron los partidos de izquierda. Mi tía fundó el hogar y me llevó a la casa de Elvira Torres en El Agustino. Después fue presidenta de la comisión nacional de comedores populares. Una cosa que ella me dijo es que siempre sean tus amigos. La diferenciación social, rómpela. Es una escuela que viene bien de adentro.


–¿En qué momento cambia de vida?
–Creo que cuando me enamoro de Manuel (Piqueras) encuentro no solamente al hombre guapo, al líder estudiantil que yo quería, sino a la persona con la cual podía compartir un proyecto de vida completamente distinto que aquel que nuestros mundos nos habían proyectado. Eso nos hace irnos a Cajamarca, ahí nos casamos, trabajamos con los campesinos. Vives experiencias imborrables. El día que el señor que era guardián del instituto de educación rural donde vivíamos empieza a gritar en la madrugada, el tipo había tomado licor con Racumín. Lo llevamos al hospital y murió allí. Había violado a su hija. Comienzas a conocer en verdad qué es lo que pasa. Nos vinimos a vivir a Caja de Agua. Manuel era obrero de construcción civil y yo maestra que iba en combi con mi panza y mi hija a cuestas. Eso sí nos ha marcado.


–Podía vivir más cómodamente. ¿La maternidad no mermó ese compromiso?
–No. Mi viejo vendía más carros Ford que nadie en América Latina. Hizo plata y se hizo solo. Creativo, innovador, chambero, un tipazo. Tenía un Lincoln Continental. Solo había dos carros iguales en el Perú. El del presidente y el de mi viejo. Era lo máximo para él. Yo vivía en Caja de Agua. Entonces él dejaba el Lincoln en Acho para ver a la nieta. Le robaban todo. Eso te muestra cómo estaba en dos mundos. Después, cuando él perdió todo y pasó del Lincoln a un escarabajo, se dio cuenta de muchas cosas. De lo esencial. Creo que mis viejos nunca fueron mejores viejos que entonces. En varias cosas la hemos fregado con mis hijos, tengo que reconocerlo (la noche anterior reconoció en el programa de Jaime Bayly que una de sus hijas tuvo un serio problema de consumo de drogas. Hoy se ha recuperado). Pero si algo bueno aprendieron es que conocen todos los pisos ecológicos de nuestra sociedad. Tratan a los demás como iguales. Fue un plus de un par de padres medio locos.


–¿Y en qué momento la política le parece un vehículo para producir cambios?
–Cuando tuve 26 años milité un par de años en el Partido Comunista Revolucionario. Pensé que era un gran momento para el país con el paro del ’77. Yo que era cristiana, me consideraban una persona con debilidad ideológica. Además medio pituca. Dejé eso y fui militante de Izquierda Unida en mi base del Rímac, donde vivía. Trabajé toda la vida en temas de Derechos Humanos y cuando cumplí 50 me cansé de la incidencia, de la marcha, del mitin. Dije, ¿en qué momento vamos a estar nosotros tomando las decisiones? Ya basta de quejarnos de que no la supimos hacer.


–¿Cómo saber si pudo saltar del cabildeo a ser una gestora?
–¿Que si tengo la capacidad de gobernar? Sí la tengo. Si alguien me pregunta qué cosa soy, respondo que una innovadora social. Soy una profesora de educación familiar con estudios incompletos en sociología y periodismo, pero soy fundamentalmente una persona a la que se le ocurren respuestas a problemas sociales. El Vaso de Leche, las Mesas de Concertación de Lucha Contra la Pobreza, el Programa Nacional Contra la Violencia Familiar y Sexual, fueron eso. Y en seguridad, igual. El sistema nacional de seguridad ciudadana lo hizo Gino Costa pero estuvimos todos ahí. Y yo me he metido a caminar los distritos de nuestro país para ver que el sistema funcione. No solo porque fui ministra de la Mujer o trabajé con Alfonso Barrantes en la municipalidad, con el equipo de Rospigliosi en la modernización de la Policía, que son experiencias desde el Estado. La experiencia en la sociedad civil es súper útil para gobernar. Quien ha estado siempre en el Congreso o en un ministerio no va a entender lo que es una gestión por resultados.


–Toledo le agarró tirria.
–Me pronuncié como ministra en el tema Zaraí. A él no le gustó y lo entiendo. A pesar de eso trabajé con Rospigliosi, creo que en contra de su voluntad. Pero creo que es un demócrata, en materia de Derechos Humanos me quito el sombrero.


–¿Cuáles son los grandes huecos que observa en la gestión de Castañeda?
–Seguridad, movilidad urbana, crisis ambiental, oportunidades para todos. Las líneas transversales son lo central: participación ciudadana, transparencia, planificación, derechos. Esas son las cuatro vigas de algo que no existe en la gestión de Castañeda. Mejores ciudadanos hacen una mejor ciudad. Eso lo compruebas en Medellín, Bogotá, Guayaquil. Ama pues a tu ciudad. Yo te amo a ti, pero tú no hagas de tu ciudad una pampa.


–¿Qué le ve de bueno a su gestión?
–Haberse fijado en algunas cuestiones claves que dignifican a las personas. Una escalera, un club, una clínica de la solidaridad. Son pequeñas cosas pero muy importantes. A Fujimori la gente lo quiere por algo. Lo podemos criticar y estoy muy satisfecha del resultado del juicio pero hay razones de su popularidad. Como Uribe, en Colombia. Está cerca de la gente. A diferencia de Castañeda, Uribe y Fujimori hicieron contacto con la persona concreta. No es su conservadurismo, sus políticas macro. Una señora me decía en la plaza de Patapo, yo soy del chino. Y yo le decía, pero robó un montón. Y ella respondía, pero a mí, no me robó. Entendí el vínculo. Si haces eso con respeto, si haces obras sin cutra, es lo máximo, pues.


–¿Como institucionalizaría esa relación con la gente?
–Cabildos. Tener uno grande cada seis meses sobre seguridad ciudadana en Lima, pero cada mes en cada distrito con los alcaldes distritales y los comisarios: ¿cuántos huecos de comercialización se han eliminado este mes? ¿Hemos reintegrado a las pandillas? Usted, señor alcalde, ¿por qué no iluminó este sector para hacerlo menos peligroso?


–¿Cuál es el presupuesto de la campaña?
–Hemos calculado que podemos gastar US$ 340 mil. No hemos aceptado más de S/.20 mil de cada donante. Pero puede salir mucho más barata porque nos están dando especies. Recién hace tres días tenemos paneles.


–¿Cuánto puede costar una campaña como la del PPC?
–Ella dice US$ 1.2 millones. Me parece muy poco para la campaña que está haciendo pero puede ser que las inversiones de las anteriores campañas estén rindiendo frutos. Tienen muchísimos sponsors en especies y eso no se cuenta. El PPC tiene tradición municipal y tradición de abogados. Ahora, Alayza Grundy era un tipazo, Mario Polar.


–Pero tenían otros clientes.
–Sí pues, no fastidies. Con Lourdes hemos marchado en las calles, la considero simpática y divertida. Pero yo pensé honestamente que solo había sido presidenta de la línea aérea. Ahora sabemos que ha recibido hasta ahorita. No fastidien, hombre. La verdad, a mí me indignó. Y que diga que gana S/.58 mil mensuales y se considere de clase media. Oye, no sabe en qué país vive. Lourdes no sabe cuánto cuesta el pan. En Lourdes hay un problema de carácter. Y para gobernar necesitas carácter.


–¿Cuáles son sus grandes proyectos?
–En educación Wawa Wasi para los niños y Termina tu Secundaria, Lima te Necesita. Hay 110 mil niños en la calle a merced de las pandillas y la violencia. Para combatir la violencia en la casa, Huarmi Wasi, donde las mujeres pueden recibir atención psicológica, legal y capacitación en emprendimientos. En juventud el JODI: Jóvenes Organizados Desarrollando Iniciativas, que es el gran fondo concursable de la Municipalidad de Lima. También el Bono Familia de entre S/.90 y S/.100, que ha tenido mucho éxito en Brasil, para el déficit calórico. Veinte de cada 100 limeños no comen lo que deben. En espacios públicos haremos cuatro campos de Marte en la Costa Verde. Es un proyecto de maravilla el de Augusto Ortiz de Zevallos.


–¿Y en transporte?
–Van a recordar mi gestión por tres resultados: menos contaminación, menos congestión y menos accidentes. ¿Cómo? A través de un sistema integrado de transporte. Lima no ha crecido lo suficientemente hacia arriba como para justificar un metro con subterráneos.


–¿Va a continuar con El Metropolitano?
–Por supuesto. Y el tren eléctrico que ya es una obra nacional. Necesitamos tres obras: el intercambio vial norte desde el aeropuerto hasta la Prialé, la continuación de la Prialé que es indispensable para descongestionar la Carretera Central, y la continuidad del Zanjón. Son tres obras que hay que concesionar, pero que no se las den a Kouri porque sería terrible. Imagínate, peajes por todas partes. Agárrate Catalina.


–¿En seguridad?
–Quisiera lograr una Policía metropolitana experta en seguridad ciudadana con todas las unidades que funcionan en la ciudad y que tengamos el doble de efectivos comprándoles el franco. Y el programa antisobornos, es decir, ocho años para el que se deje sobornar y para el que intente sobornar. Liderar al Ministerio Público y el Poder Judicial para que en las 108 comisarías de la ciudad tengamos un juez de paz como dice la ley de 1993. Cuando lo hemos probado en sitios como Chilca e Independencia ha funcionado. Nuestro programa con penas de servicio comunitario se llama Devuélvele a Tu Ciudad. La percepción de inseguridad se da por muchas cosas. Porque no ves autoridad en la calle, no existe iluminación, por terrenos baldíos no cercados, porque te dejan a tres paraderos de tu casa y tienes que caminar demasiado. Pero la impunidad contribuye en gran parte a esa percepción.


–¿Está de acuerdo con la tendencia a peatonalizar el centro?
–Sí. Queremos atraer jóvenes para que vivan allí. Hay más de un millón de metros cuadrados de fincas ruinosas. He vivido en 11 distritos de Lima. Nací en el Cercado y quiero terminar mi vida en el Cercado. Ya estoy buscando casa. (Enrique Chávez)

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